Los niños de la catequesis son muchos aquí en Alverca, y es bonito verlos a todos alineados en la misa de las 11. Es tradición que el año se inicie con una excursión conducida por Don Giovanni Musazzi por las colinas que rodean Alverca. El domingo 9 de Octubre había un cielo totalmente despejado: se lograba ver el estuario del Tajo hasta el puente Vasco de Gama, que atraviesa la bahía de Lisboa. Aquel día también estaba Luis, un niño de 9 años que no había visto nunca antes. Mientras bajamos del monte, se me acerca con su sombrero blanco y una mancha de chocolate en la mejilla. Le pregunto: “¿De qué curso de catequesis eres?”. “¿Cate-qué?”. “Catequismo… en la parroquia… ¿conoces la escuela donde se aprende la vida de Jesús?”. Con una mirada sorprendida me pregunta: “Pero ¿somos todos hijos de Dios? ¿Incluso los que no van nunca a la iglesia?”.
Luis me cuenta que aquella mañana había participado en la Misa por primera vez en su vida. No había nunca oído hablar de Dios y estaba lleno de preguntas. Ahora ha encontrado en mí un interlocutor que lo escucha. “¿Quién es Dios? Si está en el cielo, ¿por qué no se cae? ¿Cómo ha hecho a nacer si no tenía un papá y una mamá?” Empiezo a relatarle toda la Creación, de Adán y Eva, del paraíso terrenal. Luis me mira cada vez más asombrado: “NO puedo creerlo, que Dios haya creado la tierra… Entonces ¿tú y yo somos hermanos porque nuestros bis-bis-bis-abuelo era Adán?”. Luego arranca con la segunda serie de preguntas sobre el infierno y el paraíso: “Pero cuando se muere, ¿dónde se va? ¿Al paraíso van los buenos? Entonces ¿el paraíso está lleno de policías y el infierno lleno de ladrones?”. Le digo que al paraíso van los amigos de Jesús y en seguida Luis empieza una tercera serie de preguntas: “¿Por qué Jesús era tan especial, hacía magia? ¿Qué había hecho mal para que lo mataran? ¿No hubiera podido no morir si era tan poderoso?”. Nos paramos en medio del bosque, le relato la Resurrección, le hablo de los apóstoles que han contado a todos que Jesús era Dios; hasta llegar a nuestros días, donde el Papa, los obispos y los curas guían la Iglesia, el grupo de los amigos de Jesús. Luis me mira y dice: “El Papa ¡sé quién es! ¡Es aquel señor vestido de blanco en la foto del bar de la iglesia! Pero tú, ¿quieres ser cura para ser el mejor amigo de Dios?”.
No podía dar una definición mejor. Hemos llegado al parking y ahora es mi momento para hacerle una pregunta “Luis, ¿quieres ser amigo de Dios?”. “Claro que quiero. Debe ser bonito ser amigos de Dios”.
En la foto, una excursión con algunos feligreses, encabezados por Don Giovanni Musazzi.