“La Fraternidad nace de la pasión que el padre Giussani introdujo en mi vida y en la de algunos otros hermanos; es un fruto que brota de lo que él fue sembrando dentro de nosotros. La Fraternidad vive de su carisma, vive deseando comunicar su pasión misionera, en conjunto con toda la gran Fraternidad de Comunión y Liberación”. Con estas palabras Mons. Massimo Camisasca, fundador de la Fraternidad de San Carlos, expresó de forma breve el nexo que une a la Fraternidad con el carisma del P. Luigi Giussani desde sus orígenes. Los jóvenes que piden ingresar en la Fraternidad han encontrado el carisma de Comunión y Liberación y, dentro de una consciente participación en esta realidad, han madurado el deseo de servir a la Iglesia a través del sacerdocio.

La vida de los miembros de la Fraternidad ha sido marcada profundamente por el encuentro con el P. Giussani o con personas que a su vez han encontrado su carisma. La vida misma de la Fraternidad se nutre de sus enseñanzas: “Comunión”, “virginidad” y “silencio”, son solo algunas de las muchas palabras que están en el centro de la experiencia educativa del P. Giussani y que hoy constituyen la columna vertebral de la vida de los Misioneros de San Carlos.

La Iglesia ha reconocido ha reconocido a la Fraternidad y la ha invitado a anunciar el Evangelio hasta el último rincón de la Tierra, según el énfasis particular de Comunión y Liberación.

Ya que cada carisma reconocido por la Iglesia no es una parte del cristianismo sino un reflejo de su totalidad, la Fraternidad desea permanecer fiel al carisma del cual nace; solo así podrá responder al mandato del Espíritu Santo que la ha originado.

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