Queridos amigos,
Tengo el deseo de escribiros para compartir la belleza de lo que estoy viviendo aquí en Taipéi.
Quiero contaros de un pequeño grupo de personas con quienes hacemos escuela de comunidad en Taizhong, una pequeña ciudad en el centro de la isla. Cuando puedo voy a reunirme con ellos o bien me conecto vía Skype desde Taipéi. Son cinco personas: una de ellas es católica (y croata), el resto son protestantes (y taiwanesas). En uno de los últimos encuentros Ruth, la secretaria del grupo, me dice que ha invitado una amiga. Llegamos a casa y allí conozco a MeuJun, que nada más verme dice: “Disculpe, yo no soy cristiana, no sé nada, ¿puedo participar también?”. Y yo: “¡Claro! ¡Así puedes ayudarnos con tus preguntas!”. Y en efecto, después de la cena habitual y un par de cantos, empezamos el encuentro leyendo El Sentido Religioso. Ella es un río de preguntas sobre Dios, sobre la vida, la muerte, los extraterrestres, y así sucesivamente. El párrafo habla de San Pablo que en el Areópago de Atenas anuncia a Cristo a los griegos que adoraban ídolos y al dios desconocido. Aquí estamos exactamente en la misma situación, tan sólo con algún iPhone de más.
En cada templo hay estatuillas de ídolos con diversas funciones, a las cuales la gente ofrece comida, incienso, dinero falso que queman en los braseros (aunque sean falsos, ¡cuestan algo!). Pero antes de entrar en las zonas interiores del templo, hay que poner el incienso en el brasero externo, dedicado al Dios del cielo o Dios-cielo, que es justamente el dios desconocido.
Después de escuchar acerca del relato de San Pablo, de su historia antes y después del encuentro con Jesús, de sus características -incluso físicas-, MeuJun dice: “disculpen, pero ¿es amigo vuestro? Quiero conocerlo a toda costa. ¿La próxima vez que nos veamos me lo podéis presentar?”. “Va a ser difícil, murió hace unos 2000 años”, contesta Jason, el marido de Ruth. ¡Y todos nos echamos a reír!
Si os parece un poco extraño, tenéis que saber que en chino no existen los tiempos verbales, por lo tanto es difícil entender cuando las cosas han pasado, si ayer o hace 2000 años. Pero después, reflexionando, esto es verdad también para el cristianismo, donde todo es de alguna manera contemporáneo, porque Cristo acontece ahora pero supera los límites del espacio y del tiempo, reconduciendo todo a una unidad.
Al final del encuentro MeuJun dice que quiere volver sí o sí la próxima vez, y comprar el libro: ya ha entendido cómo hacer para conocer mejor a este Pablo. Y Ruth se lo regala para agradecerle, porque realmente sus preguntas nos han ayudado a mirar de nuevo la gracia que nos fue dada.
En la imagen, un momento de las vacaciones de algunos amigos de la comunidad taiwanesa