Los seminaristas de la Fraternidad de San Carlos, durante los años de formación, descubren la belleza de la vida en comunidad, el silencio, la liturgia, el estudio, la misión. Descubren la atracción de una vida totalmente entregada a Cristo, llena de pasión para que los hombres lo puedan conocer.
El camino del seminario está compuesto, en primer lugar, por dos años de estudio de Filosofía y de Introducción a la vida de la Fraternidad de San Carlos. Tras los estudios filosóficos, los seminaristas pasan un año en alguna de las casas, en el extranjero, para una primera experiencia de las misiones. Al regreso, continúan los estudios con el trienio teológico. Con la ordenación diaconal, al término de la teología, son enviados al lugar designado.
La vida cotidiana está jalonada por la oración comunitaria, los momentos de silencio y la misa. La formación académica se desarrolla mediante cursos internos o realizando cursos en las Universidades Pontificias de Roma. Las tardes están dedicadas al estudio y a las diferentes responsabilidades de la casa: la secretaría, los cantos, la liturgia, el trabajo de jardinería, la biblioteca, etc. Además, a cada uno le es confiada una tarea misionera y de caridad: visitar a los ancianos, los niños enfermos de un hospital pediátrico, los jóvenes del correccional para menores, las familias de la periferia de Roma, o bien, ayudar a los sacerdotes en la educación de los muchachos.
Todos los seminaristas son educados a la vida en comunidad; por eso, el seminario está dividido en núcleos más pequeños, verdaderas casas donde crecer descubriendo la belleza de la comunión vivida. También la liturgia, la oración comunitaria, las tareas, realizadas juntos, son dimensiones importantes de la educación a la vida común.