Han pasado quince años desde que los locales de via delle Sette Sale, a pocos pasos del Coliseo y de la basílica de Santa María la Mayor, se han convertido poco a poco en un lugar de acogida y de compartir para los jóvenes.
Los aniversarios ayudan a darse cuenta de una historia vivida, de los dones que se han recibido, del camino hecho quizá inconscientemente. Este libro es una pequeña herramienta para darse cuenta de la experiencia vivida y de la tarea que queda por delante.
Hemos empezado juntándonos a estudiar, porque sería un engaño una amistad que no comparta lo que la vida pide; hemos cuidado estas paredes, siguiendo la reestructuración y adaptación a la vida que iba creciendo, porque la belleza y el cuidado de las cosas revela el amor a las personas mucho más que las palabras; felices por lo que vivimos durante el año escolar, hemos dado vida a la fiesta de junio, un momento que ahora ya se ha vuelto tradicional y que se constituye por diversos encuentros y propuestas.
Hoy en día es cada vez más claro que el Centro es una obra educativa, hecha de oportunidades para compartir la vida juntos y para abrirnos a toda la realidad.
El camino de estos años nos ha hecho más conscientes de que se puede educar porque a la vez somos educados.
Cada uno de nosotros está hecho para caminar en la aventura de la vida, pero no somos capaces de recorrer este camino solos. Si nos fijamos en los niños vemos que, sin la presencia de un padre y de una madre junto con ellos, se bloquearían delante de sus caídas y de sus caprichos. La estabilidad de aquella presencia amiga les permite crecer, conocerse, y afrontar su existencia.
Hoy somos más conscientes de que la vida de la comunidad es lo que nos educa. La educación no sería tal si no llegara hasta la fe, hasta el descubrimiento de Jesús, al cual apegarse como la presencia más apasionante, porque llena todo de significado. […] El Centro Giovanile, que ha crecido gracias a la ayuda de laicos, sacerdotes y seminaristas de la Fraternidad San Carlos, quiere ser un lugar donde aprehender la libertad. Un lugar donde aprender a mirar a cada persona, abierto todos los días, sea que llegue una persona o que lleguen treinta. Un lugar donde aprender a vivir juntos, a arriesgar lo que se desea, donde involucrarse en una relación con quien es más grande. […] Del genio educativo de don Giussani aprendemos siempre con mayor profundidad que el cristianismo es el encuentro con un hecho plenamente humano que impresiona por su carácter excepcional, por ser respuesta a lo que se desea. El Centro es sencillamente esta ayuda a la humanidad de cada uno y la posibilidad de realizarse a uno mismo participando en esta amistad. […] La amistad que vivimos juntos es para cada uno la posibilidad de adentrarse siempre más en esta gratuidad de Dios. Cada nueva persona que conocemos es una oportunidad que el Señor nos da para descubrir quiénes somos y volver a lo que nos constituye. Después de todo esto se transmite solamente la gratitud por lo que se ha recibido.
La tarea de educar
Ofrecemos algunos extractos de la introducción a «La grande casa», el libro publicado por el aniversario del «Centro».