En primaria odiaba estudiar inglés porque me parecía una asignatura complicada. Así que desde pequeña decidí que me quedaría en mi país para no tener que hablar otra lengua que no fuese el español. El encuentro con el movimiento primero y, después, con las misioneras de la San Carlos cambió totalmente mi mirada sobre el mundo. La posibilidad de compartir una vida grande hizo que aprendiera no solo el inglés, ¡sino también el italiano! Cuando en agosto se me invitó a dar clases de español aquí, en Broomfield, en el colegio de primaria de nuestra parroquia, inmediatamente reconocí en los niños la antipatía hacia ese idioma, parecida a la que yo había tenido a su edad hacia el inglés. Pero, ¿cómo hacerles entender que el idioma puede ser una vía de encuentro con algo o alguien que enriquece la vida? Sentí la necesidad de llevarles más allá de las paredes del colegio y pensé en hacer un viaje imaginario: hicimos pasaportes con el logo del colegio y vimos juntos un vídeo en español de las azafatas explicando las medidas de seguridad aéreas. Durante los primeros meses de clase hablamos de España: recorrimos el Camino de Santiago, aprendimos a contar en español, visitamos la Sagrada Familia y para describirla usamos muchos adjetivos calificativos; en los restaurantes de Madrid enriquecimos el vocabulario mediante las delicias culinarias; repasamos los verbos y las conjugaciones a través de la música y danza españolas. Para aprender a tratar de «usted», invitamos a clase al rey de España. Michael Carvill aceptó con mucho gusto la invitación y disfrazado de rey ¡habló con los niños en español! Al final, desde España partimos como misioneros hacia el Nuevo Mundo. Uno de los momentos más bonitos para mí fue cuando rezamos en español un misterio del rosario ante el Santísimo antes de nuestra partida. Justo en estas semanas estamos estudiando Latinoamérica: celebramos la Virgen de Guadalupe y el Día de los Muertos y las Posadas. Pero, sobre todo, ahora, cuando entro en clase, recibo grandes sonrisas y veo que expresan su entusiasmo por el español. Es bonito ver cómo aprenden, además del idioma, una posición de apertura hacia el mundo.
(Imagen: sor Marilú y Michael Carvil en el colegio durante una clase. Denver, Estados Unidos).