A principios de noviembre fuimos de ejercicios espirituales con los universitarios de Comunión y Liberación de Colombia. Desde el principio, antes de llegar al sitio, hubo varios incidentes. Teníamos que recoger a algunas chicas que vivían en otra ciudad y que llegaron tarde al autobús. Diego, un Memor Domini amigo nuestro, y Enzio, el seminarista que está haciendo su año de formación en nuestra casa, se equivocaron de camino y viajaron en mitad de la noche por la montaña por una carretera impracticable y peligrosa. Consiguieron llegar, pero ya era tardísimo.
Gracias a Dios, a partir del día siguiente y tras el cansancio y los malentendidos, dieron espacio a la belleza y la unidad que vivimos en esos días. A través de la oración y el silencio, los diálogos y la música, los tres días de ejercicios pasaron rápidamente. Gracias a la seriedad con la que todos vivieron, volvimos cambiados, conscientes de que había sucedido algo nuevo. A la vuelta, uno de los chicos expresó su deseo de recibir el bautismo.
Al acabar, nos despedimos de la propietaria de la casa donde habíamos estado. Nos contó que el sitio era un seminario que había cerrado unos años antes. Una historia triste, pero redimida por el hecho de la presencia de esos jóvenes, que, durante los días de ejercicios, eran signo de cómo el Espíritu Santo sigue construyendo un pueblo y llamando a personas para que lo amen y lo sigan.
el Espíritu Santo sigue construyendo un pueblo y llamando a personas para que lo amen y lo sigan
Lo más bonito fue que, al volver a Bogotá, no hubo tiempo de dar espacio a la nostalgia o el recuerdo. De hecho, dos semanas más tarde, tres chicos que viven en El Llano, situado a cuatro horas de la capital, mantuvieron la promesa de pagarse el retiro organizando un concierto en nuestro centro cultural El faro. Vinieron a Bogotá en autobús, con sus guitarras y el arpa tradicional de su tierra a pasar un fin de semana con nosotros. El viernes hicimos escuela de comunidad y después cantamos alrededor de una hoguera. El sábado fuimos a caritativa, celebramos misa y después tuvimos el concierto de música llanera, evento en el que más personas han participado en la historia de El faro.
Al concluir el año académico, les correspondimos yendo a visitarles al Llano. Hicimos una excursión por uno de los tantos ríos que descienden de los Andes a lo largo de grandes llanuras. Además, fuimos a un concierto organizado por nuestros amigos en las fiestas del pueblo (en la provincia colombiana estos eventos populares siguen reuniendo a miles de personas). Fue tan bonito que decidimos organizar allí las próximas vacaciones de junio de 2024.
Los ejercicios espirituales, el concierto, las fiestas y las vacaciones. Una serie de hechos. Son pasos dentro del único camino que están recorriendo los universitarios para descubrir quién es Cristo para ellos.