«Father, ayer por la noche nos dijiste que el conocimiento y la verdad coinciden. ¿Eso qué significa? A mí no me gusta la literatura inglesa, pero tengo que estudiarla para aprobar». La pregunta de Tommy desvela la pretensión que tiene la compañía cristiana de sostener la vida de los estudiantes en un campus universitario y cambiarla desde dentro, es decir, partiendo del sentido que tiene el estudio y del modo en que uno estudia. La pregunta de Tommy también desvela la razón por la que veinte estudiantes deciden pasar un fin de semana antes de los exámenes en un albergue en mitad de los bosques de Virginia.
Aquí, en la universidad católica de Washington DC, se dedica la última semana del semestre a los final exams. El poco tiempo que hay entre el final de las clases y el comienzo de los exámenes (un fin de semana) hace que la mayoría de los estudiantes pasen las últimas horas del semestre memorizando conceptos, en vez de intentar entender que los contenidos pueden servir para afrontar y profundizar en las preguntas esenciales del curso. No hay tiempo para estar delante de la pregunta cuando el tiempo se dedica a asimilar la respuesta adecuada que permita aprobar el examen.
Conocer la verdad es una experiencia comunional capaz de dar unidad a la vida
Con esta preocupación en el centro, el estudio se organiza de un modo cuantitativo, de modo que uno pueda leer y escribir el mayor número de apuntes en el menor tiempo posible. Este es el criterio con el que se mide el tiempo previo a los exámenes. Gastar el propio dinero para ir juntos a estudiar se convierte en un derroche que conviene evitar. Conducir dos horas y media, ida y vuelta entre Washington y Williamsburg, es perder el tiempo. Cocinar para quince o veinte personas se convierte en un gasto de energías poco razonable. Cuidar el lugar en el que se estudia, ordenarlo y limpiarlo se vuelve un esfuerzo inútil. Hacer una noche de cantos es de inconscientes. Nada de esto ayuda a estudiar. Ni siquiera la oración o la compañía escapan de este velo sutil utilitarista. Se pide para aprobar los exámenes y se estudia juntos para obligarse a estudiar durante más de dos horas seguidas. A la larga, esta medida resulta asfixiante. La única alternativa consiste en preguntarse qué significa estudiar y si la respuesta es de naturaleza cuantitativa o, por el contrario, cualitativa.
Una compañía cristiana verdadera pone inevitablemente en discusión cualquier criterio utilitarista. La compañía cristiana, en efecto, testimonia que el conocimiento de la verdad es una experiencia comunional capaz de dar unidad a la vida. La compañía cristiana muestra que solo el amor permite el conocimiento del otro y en la medida en que uno lo conoce más, más lo ama. La compañía cristiana genera unidad entre las personas: su dimensión afectiva no queda reducida a lo que sentimentalmente gusta o no, y su dimensión intelectual no se queda en la cantidad de información que se asimila. El deseo de conocer la verdad de uno mismo y del mundo abarca todas las facetas de la persona. El mismo deseo crea comunión. La compañía cristiana es el lugar donde la verdad se revela en su origen y en su fin: el Verbo divino se hace presente en Jesucristo.
El estudio es la aventura de conocer la Verdad de la que todo es signo
Entonces, estudiar no consiste en una mera cuestión de asimilar y repetir un cúmulo de contenidos, sino en conocer el amor que informa la realidad y define la verdad de cada cosa. Este es el motivo por el que veinte estudiantes deciden ir a Williamsburg, cocinar las comidas, sentarse a la mesa y hablar entre ellos, cuidar la belleza del lugar, rezar por la mañana y por la noche, cantar alrededor del fuego. Porque no desean estudiar mucho, sino que desean estudiar bien para que el estudio se convierta en la aventura de conocer aquella Verdad de la que todo es signo, para que el estudio forme parte del drama de responder a ese Amor que nos llama a conocerlo y estar con él. Al terminar el fin de semana, Tommy volvió a casa contento por haber estudiado mucho y bien. «¡Es un milagro!»: exclamó su madre. El milagro de una compañía donde la Verdad es una persona y el conocimiento es esa relación que nadie puede evitar, porque nos constituye como hombres.