¡Gratitud!

Una cena con amigos, ocasión de hacer memoria de los encuentros y regalos del año.

Colorado inverno montagna rocciosa foto di joe dudeck su unsplash

En diciembre, una familia de amigos italianos nos invitó a sor Marilú, sor Mariagrazia y a mí a cenar. Son vecinos nuestros y desde el año pasado empezamos la tradición de ir a su casa y fijar la fecha de la cena del siguiente año. El padre, Alessandro, que es de esos que no te pasan una, con su curioso estilo, empezó la cena con una pregunta: «¿Qué cosas bonitas os han pasado en 2024? ¿Qué relaciones os han marcado?». Después de un momento de silencio, descolocadas por la pregunta, cada una empezó a pensar en los rostros y hechos a los que estábamos agradecidas.

John es uno de los enfermos a los que vamos a visitar desde que abrimos nuestra casa. Es médico de profesión, le apasionan las películas y desde hace años tiene que ir en silla de ruedas. Al principio empezamos a hacerle compañía viendo películas con él. Poco a poco, empezó a abrirse y nos hablaba de su deseo de ir al Cielo y de su necesidad «trabajar» para ello. Nos hacía muchas preguntas. Los dos últimos años ha descubierto el rezo del rosario y lo recita todos los días solo, pidiendo especialmente por la fe de sus nietos, y cuando nos vemos una vez a la semana, lo rezamos juntos. La amistad con Sheila, su mujer, también ha florecido en estos últimos años, hemos empezado a compartir la vida, alegrías y dificultades, con esta familia.

Nuestro corazón estaba lleno de gratitud hacia Dios por todo lo que nos regala en la vida.

Nos vienen a la cabeza muchos encuentros que hemos tenido desde octubre hasta mayo durante nuestras visitas a las casas con la Virgen Peregrina. Este gesto nos da la posibilidad de entrar en los hogares de nuestra gente y de rezar con ellos. Una pareja de vietnamitas nos acogió una noche de octubre y llevamos el icono de la Virgen de Guadalupe, que vamos transportando de casa en casa. Recitamos el rosario en una habitación reservada para la oración, con luces y flores de todos los colores, imágenes y estatuas religiosas. Al final, Mirabel, la mujer, había preparado rollitos de primavera y verduras fritas para nosotras, y nos contaron su historia. Desde entonces, Mirabel y su marido acuden fielmente a la hora de adoración que hacemos los domingos en nuestra capilla.

Después de contar algunas de estas historias, les llegó el turno a nuestros amigos. Para Alessandro e Irene el regalo más grande del año fue sin lugar a duda el embarazo del tercer hijo, que estaba a punto de nacer y había sido muy esperado. Recordamos la visita que hicimos en junio a la catedral de Denver. Allí, confiamos este niño a la intercesión de la sierva de Dios Julia Greeley, cuya tumba se encuentra en la misma catedral y a la que muchas familias acuden, encomendándole especialmente el deseo de tener hijos.

Por la noche, volviendo de la cena, nuestro corazón estaba lleno de gratitud hacia Dios por todo lo que nos regala en la vida. Es precioso tener amigos que nos ayudan a mirar todo esto.

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